Juegos que enseñan casi sin proponérselo
Por Silvia J. R. González

Cantando sobre la mesa, Hugo Midón, música Carlos Gianni. Dirección musical: Matorra. Puesta en escena, coreografías y dirección general: Gastón Marioni. Con Cecilia “Caramelito” Carrizo, Dan Breitman, Juan Manuel Besteiro, Nicolás Serraiti, Agustina Berenguer, Max Accavallo y Laura Bertonazzi.

Una de las mejores razones de ir a ver espectáculos infantiles es poder reconectar con la candidez, la imaginación y la fe de que todo es posible si lo creemos. Justamente de eso trata la premiada obra Cantando sobre la mesa, de Hugo Midón, que en equipo creativo con Carlos Gianni constituyeron la dupla de letrista y músico más importante
del género de comedia musical infantil del habla hispana. Durante 40 años crearon más de 20 comedias musicales y alrededor de 300 canciones que ya forman parte del cancionero popular infantil.
Los que pudimos y podemos disfrutar de las obras de Midón en nuestras tres etapas (como hijos, como padres y ahora como abuelos) valoramos los cambios creativos quele infundieron al teatro infantil, entre ellos: considerar a las niñeces como seres pensantes; transmitir valores; independizarse de los formatos importados; enfocar las
producciones escénicas con profesionales dejando de lado la improvisación. Estos elementos fueron y son primordiales para hacer de sus puestas teatrales opciones valiosas de contenido y formato.
Cantando sobre la mesa cumple con todas esas características y aún más. Estrenada en 1978 no ha perdido vigencia, por el contrario, mediante canciones y diálogos conguiños a los acompañantes adultos, nos propone dejar de lado (aunque sea por un rato) al universo virtual y anclarnos en la imaginación, donde lo que soñamos se corporiza en los elementos circundantes dando comienzo al juego. Bendito juego que supo llenar las tardes de nuestras infancias, donde la tecnología solo existía en nuestra imaginación. Y mediante las palabras mágicas ¡Dale que sí! Una mesa se convertía en cueva, palacio, barco o nave espacial.
La obra se potencia con la dulzura y la relación que crea Cecilia “Caramelito” Carrizo con los chicos, la presencia de Dan Breitman, el histrionismo de Juan Manuel Besteiro, el marco colorido de personajes con impronta que interpretan Nicolas Serraiti, Agustina Berenguer, Max Accavallo y Laura Bertonazzi y la presencia de los músicos en
el escenario.

Se presentaron en el teatro Astros durante el receso invernal. Esperamos, por el bien de la imaginación de los más pequeños, se reponga pronto ésta o cualquiera de las obras de Hugo Midón.