“El pozo, laberinto de verdades”

De Moira Mares nos recuerda como los ciclos de la vida
están marcados por el inexorable paso del tiempo. Este axioma constituye la evolución
de la existencia. La mayoría de los seres lo tienen asumido, pero para algunos
humanos esta afirmación suele ser difícil de procesar. Al parecer, eso de perder
protagonismo y pasar a ocupar un rol de actor de reparto, hasta arribar a ser un simple
“extra”, que observa pasivamente el devenir de la vida de los más jóvenes no es algo
natural, por lo tanto, se convierte en la cuestión que los imposibilita disfrutar de lo que
tienen, por ejemplo: ¡la vida, que no es poca cosa!
En esta situación encontramos a Úrsula, interpretada por Lola Núñez, enredada en una
maraña de reclamos y enojos porque sus hijos adultos no le dedican tiempo, ni
tampoco consideran indispensable su presencia en los eventos familiares. El pozo que
esta cavando es para esconder sus últimas pertenencias valiosas, pero, lo que no sabe
es que con cada palada emergen verdades que parecían olvidadas.
Al otro lado del conflicto están los hijos, sin voz ni presencia corporal en el espacio
escénico. Aún así, el texto nos invita a realizar un examen de la calidad del tiempo que
le dedicamos a nuestros progenitores.
Beatriz Gelman tiene el rol de ser el elemento catalizador que se corporiza en la
amiga/vecina, y sin previo aviso irrumpe en la casa de Úrsula. Con sus propios dramas
a cuestas, se planta en un terreno esperanzador y le sugiere a su amiga concretar un
sueño postergado: conocer el mar…
Se presentan los domingos a las 20hs, en Tadron Teatro (Niceto Vega 4802). Una sala
con dinámica propia, que la convierte en diferentes salas según la puesta de la obra lo
requiera. Cada vez que asistimos a ver teatro, nos sorprendemos con un espacio
diferente, sus gradas se trasladan y el escenario puede ser circular, cuadrado o
rectangular. En esta oportunidad, la escenografía tiene como eje un elemento realista:
un pozo que la protagonista cava a lo largo de la obra.
Una muy buena propuesta de la directora Mónica Buscaglia, donde se plantean varios
temas que abordan la problemática vincular entre los afectos. Los toques de humor
aligeran las controversias de la temática, y queda flotando la reflexión que surge de la
interpelación de que nos hace la obra.