“La Nona”

de Roberto Cossa.

Dirigida por Alicia Verón. Con Augusto García Gutiérrez, Carlos Kusznir, Adriana Miris, Malen Mora, Julio Cesar Saá, Marcela Sanz, DanielVanrell.

La Nona es una de las obras del grotesco criollo más representada por estas tierras y en el exterior. Roberto Cossa la estrenó en 1977 enmarcada en un contexto político donde muchos relacionaban a la viejecita hambrienta y devastadora con el gobierno más nefasto de nuestra historia. Hoy, a 40 años de haber recuperado la democracia,
las relecturas fueron cambiando. El público se ha convertido en espectadores activos y el análisis de la simbología de cada personaje se resignifica en cada puesta. La Nona se ha convertido en un clásico justamente por mantener su vigencia y por su poder de interpelación.
El grotesco es un subgénero dramático que se desarrolló en ambas riberas del Rio de La Plata. Devela el rostro más obsceno de toda realidad, desde lo trágico y lo cómico, para ello utiliza el recurso de provocar la risa que se evapora casi al instante porque se revela de teatro independiente presenta los sábados a las 18hs en el teatro
Gargantúa, Jorge Newbery 3563, CABA.
En el comienzo, el jefe de familia declara “somos pobres pero decentes”. Pero las máscaras van cayendo una a una, los personajes van mostrando sus lados más oscuros con tal de no ceder lo poco que tienen. Atravesados por las circunstancias paupérrimas del entorno: el trabajo, la calle, la familia, la desesperanza, la supervivencia y el
hambre voraz de la Nona comienzan a asfixiarlos. Como todo caos que lleva a un final los que están inmersos en el torbellino no se percatan del fin, que parece lejano pero es inminente.
Carlos Kusznir se luce encarnando a la Nona, una ancianita que produce empatía desde sus 100 años y provoca risas con sus ansias de comer. Logra que su personaje sea el único que no tiene transformaciones en su conducta, pero consigue que sea la percepción del público la que cambie, en cada acto comienzan a reconocer una amenaza en esa cocoliche monstruosa.
El antagonismo entre Carmelo, el jefe de familia interpretado por Daniel Vanrell, y Chicho, su hermano dominado por la vagancia, en una acertada composición de Augusto García Gutiérrez, se convierte en el eje donde giran los valores y la decadente moral.
Completan esta familia, digna exponente del grotesco criollo: Adriana Miris (la abnegada madre), Malen Mora (Martita, la hija lujuriosa), Marcela Sanz (la tía Angula que no pudo pelear por su propia vida) y Julio César Saá (Don Francisco, un personaje que provoca risas por la confusión en la que se mete por su avaricia).
La obra es un clásico, la versión que dirige Alicia Verón es muy buena, el horario es cómodo, y en Gargantúa sirven rico café. Es una buena oportunidad para ver (o volver a ver) esta pieza que aborda temas como el consumo desaforado, el individualismo exacerbado, la indiferencia a las problemáticas del otro y la hipocresía de la falsa
moral.